Child of Light
Peder
PS Vita
PS3
PS4 (Versión Analizada)
Xbox 360
Xbox ONE
Wii U
PC
Ubisoft Montreal
Ubisoft Massive
Ubisoft Ukraine
Ubisoft Bucharest
Ubisoft
14,99€ (Edición Digital)
19,95€ (Edición Deluxe)
En la actualidad, en el mundillo de los videojuegos hay una tendencia hacia un modelo fracturado en dos mitades. Dejando excepciones aparte, las compañías grandes ponen toda la carne en el asador con sus megaproducciones de alto presupuesto mientras que las compañías más modestas buscan fórmulas innovadoras o jugablemente atractivas con menos recursos y apartados técnicos de otra época.
Se trata de un modelo que no es realmente sostenible. Las producciones de las grandes admiten cada vez menos riesgo al poner en juego sumas de dinero cada vez más altas y eso lleva al estancamiento, a las entregas anuales de las mismas sagas y a una libertad limitada para los creativos. No es de extrañar que tantos de estos diseñadores, programadores y directores de renombre hayan abandonado empresas consolidadas para proseguir por libre con sus propios proyectos al margen de las ataduras del vil metal, como ya hemos comentando alguna vez en la web y en nuestros podcasts.
Ubisoft, que tiene gente muy válida tomando decisiones al contrario que otras empresas del sector, ha sabido ver este auge de juegos “de autor” y sumando dos y dos ha encontrado una forma de sacarle un gran partido al motor que desarrolló para el renacer de una de sus sagas más queridas: Rayman.
Child of Light es el primer juego en utilizar el precioso motor Ubiart después del fantástico Rayman Legends. Este título de cuento nos pondrá en la piel de la princesa Aurora, que es atrapada en el mundo de Lemuria dominado por la reina de la oscuridad. Hay varias cosas que tienen mucho mérito en este juego, si bien el resultado no ha sido todo lo bueno que podría. Quizá la más importante es esa mezcla de géneros tan especial de la que hace gala. Lo más sencillo habría sido hacer un juego de plataformas, reutilizando buena parte del trabajo de Rayman y poniendo el motor a trabajar para aquello que fue creado. Sin embargo, los chicos de Ubi han querido recuperar un género al borde de la extinción como es el RPG por turnos y combinarlo con la exploración del mundo en dos dimensiones.
Digo exploración y no plataformeo porque Aurora adquiere temprano en su aventura la capacidad de volar y a partir de ese momento no volveremos a pisar tierra firme. Abandonar los saltos en pos de este sistema de vuelo libre marca la jugabilidad de Child of Light irremisiblemente, haciéndolo más accesible a un público casual y centrando la atención del jugador casi exclusivamente en el que es sin duda el punto más fuerte de este título: El cautivador diseño artístico de sus escenarios.
Tanta es la atención al detalle que se ha puesto en este título que se convierte en su principal atractivo. Los preciosos fondos con aspecto de acuarela, la música, la ambientación de cuento o los geniales diálogos escritos íntegramente en verso hacen de este juego una experiencia deliciosa.
Pero no todo es perfecto en Child of Light. Hay dos aspectos que aún no hemos comentado: Los combates por turnos y la luciérnaga que nos acompaña a lo largo de la aventura y que también tiene un gran peso en la jugabilidad, Ignículus.
Ignículus esta presente en todo momento, ya sea durante la exploración o durante los combates. La luciérnaga puede moverse por el escenario volando con libertad e iluminarse, consumiendo una barra de energía, para conseguir diferentes cosas. Durante la exploración el brillo de Ignículus se utiliza para activar mecanismos, abrir cofres o resolver puzzles mientras que durante el combate ralentiza las acciones de los enemigos.
El concepto es bueno: Una luciérnaga que se mueve y rompe un poco las ataduras de un combate por turnos clásico y de paso le damos algo que hacer a un amigo que coja el segundo mando.
El resultado no es tan bueno. Durante la exploración resulta redundante cuando nuestro personaje principal ya puede volar con libertad de la misma manera que ignículus. Durante el combate acaba siendo también un incordio, forzándonos a estar atentos en todo momento al indicador de turno que muestra quién atacará a continuación y cambiando la luz de un enemigo a otro, con un ojo siempre puesto en la barra de energía que se va agotando… Demasiado engorro para un combate por turnos, dónde lo que se busca es decidir nuestras acciones con calma. Además, Ignículus se controla muy mal. Quitando la versión de PS4, en la que puedes utilizar el panel táctil del mando (estupendamente implementado, la verdad), en el resto de sistemas le desplazamos con el stick derecho. Normalmente no habría problemas pero le han dado una inercia que no acaba de hacerse cómoda y afea un poco más este apartado de la jugabilidad.
Y es que a pesar del gran mimo y el trabajo artístico que tiene Child of Light detrás, tiene un problema profundo. El juego no es divertido. Los combates contra los enemigos normales del mapa se alargan más de la cuenta y la necesidad de ralentizar a unos y otros con Ignículus exige demasiada atención. La mayoría de las veces me encontré intentando evitar los combates por tediosos con lo que no subí lo suficiente de nivel y tuve algunos problemas con los enfrentamientos con los jefes. Estos enfrentamientos sí son interesantes y como en todo buen RPG tienen una curva de dificultad desafiante (al menos en modo difícil) aunque en este caso no hay ningún tipo de penalización por muerte y si caemos en combate volveremos a empezar al lado y con la vida a tope.
Tengo la impresión de que los chicos de Ubisoft se esforzaron tanto en crear una obra de arte que olvidaron que lo más importante en un juego es que sea divertido. Aún así no puedo dejar de alabar un proyecto como éste, innovador, fresco y tan bonito, que se aleja de las grandes producciones de la marca y que se nos ofrece a precio reducido. Puede que no se convierta en tu juego favorito pero si tienes ganas de vivir un cuento de hadas o tienes la sensibilidad para apreciar un producto de tan buen gusto, por el precio que tiene Child of Light no lo dejes pasar.
• Un diseño artístico de ensueño
• Los diálogos en verso son un derroche de ingenio
• El control de Ignículus (Se salva la versión de PS4)
• El sistema de combate resulta tedioso