Mercenary Kings
Locke
PS4 y PC (Versión analizada)
Tribute Games
13,99€
Soy una persona que tiene una gran manía a los juegos clónicos. Cuando veo un juego que con cobardía se dedica a recorrer las sendas hacia el éxito que otros pioneros descubrieron y desbrozaron con su ingenio y esfuerzo me hierve la sangre. Es cierto que en esta industria está casi todo inventado, que los géneros son los que son, que hacer un juego vale mucho dinero y que los experimentos se hacen con gaseosa, pero aun así lo mínimo que exijo es un toquecito de originalidad, algo que de identidad propia. O eso o ser excelente más allá de todo lo que se haya hecho en el género hasta el momento, pero eso es todavía más difícil.
Por eso cogí este Mercenary Kings con un poco de recelo. Todo lo que había visto en capturas y vídeos me parecía un clon descarado de los geniales Metal Slug. Sus gráficos, animaciones, el estilo de la acción, los rehenes a los que hay que rescatar… Todo parecía un calco del clásico de SNK con la única novedad de la personalización de armas, que a priori tampoco aparentaba ser un extra suficiente. Cuál fue mi sorpresa cuando al jugarlo descubrí que el juego que tenía entre manos no era un Metal Slug más sino que bajo su fachada de acción 2D se escondía una copia mucho más inverosimil: la de la franquicia Monster Hunter de Capcom.
Viendo las capturas de pantalla parece difícil de creer que se trate del enésimo clon de la saga de cacerías de monstruos pero creedme, así es. Las similitudes comienzan en el campamento que sirve a los mercenarios como base de operaciones, donde nos pertrecharemos antes de cada misión de la mano de los NPC que allí habitan. Con los materiales que hayamos recolectado podremos crear nuevas armas, armaduras o modificaciones para nuestro personaje y cuando nos sintamos preparados solo tendremos que hablar con el general para escoger una misión de entre la inmensa variedad que incluye el juego. Estas misiones son el grueso de la jugabilidad y están divididas en rangos que se irán desbloqueando según progresemos en la historia.
Cada misión cuenta con un objetivo concreto que puede variar desde recolectar materiales hasta liberar rehenes o matar a un determinado número de enemigos de un tipo en concreto. La lista es amplia y mantiene la experiencia amena pese a la repetición de los mapas, ya que al igual que en Monster Hunter (y perdonadme por las continuas referencias, pero os reto a que intentéis describir este juego sin nombrar las franquicias de Capcom y SNK) los mapas no son lineales sino que son unas áreas bastante grandes divididas en zonas más pequeñas que visitaremos una y otra vez con diferentes objetivos. Aunque a priori este planteamiento puede parecer repetitivo en realidad no lo es tanto gracias a la variación de los objetivos y de los enemigos, y según vayamos desbloqueando rangos descubriremos nuevas zonas que se unirán a las ya disponibles para que las rotaciones cada vez se hagan más largas y variadas.
Pero no estaríamos ante una copia perfecta de Monster Hunter sin los invitados de gala: los monstruos. Parece imposible adaptar las emocionantes cacerías de enormes criaturas a este tipo de jugabilidad y sin embargo han conseguido un calco bastante preciso. Durante las misiones de cacería tendremos que buscar al enemigo en alguno de los puntos del mapa donde tiene su hábitat y al encontrarlo comenzará un combate contra un jefe final que nos pondrá las cosas bastante más difíciles que los enemigos normales. Durante los combates es más que probable que el enemigo huya y tengamos que buscarlo en otro punto del escenario para o bien terminar de matarlo o bien capturarlo mediante granadas eléctricas en aquellas misiones que nos exijan hacernos con una presa viva. Os suena ¿no?
Como podéis ver, no han tenido ninguna vergüenza a la hora de fotocopiar todo lo que hace grande a la millonaria franquicia de Capcom, y sin embargo se han dejado en el tintero lo que quizás sea lo más valorado por los fans: el excelente diseño, la variedad y la cantidad de los monstruos, y de las armas y armaduras que podemos fabricar con sus restos. En Mercenary Kings existe personalización, si, pero se centra únicamente en las diferentes piezas que componen las armas de nuestros personajes mientras que las mejoras de armadura no alteran al protagonista, limitándose a aumentar su vida máxima. Además el sistema de composición de armas mediante sus distintas piezas puede hacerse bastante confuso al principio y tardaremos bastante en sacarle partido a las miles de combinaciones de culatas, cañones, cargadores o municiones; aunque si somos capaces de dominarlo nos veremos recompensados con un sistema profundo y lleno de posibilidades.
En el apartado artístico, la ausencia de trajes personalizables para los personajes no es capaz de ensombrecer un trabajo que no tiene parangón en el mundo de las 2D. Las excelentes animaciones del siempre genial Paul Robertson (el Leonardo Da Vinci de los pixels) pueden pecar de parecerse demasiado a los diseños que hiciera para Scott Pilgrim vs The World, pero a pesar de contar con la misma base siguen dejándonos con la boca abierta en cada minucioso detalle y en cada movimiento. No hay ni un solo pixel fuera de lugar en todo el juego, y eso es algo de lo que pocos juegos pueden presumir. Es gracias a este trabajo gráfico impecable por lo que el juego puede permitirse mirar de tu a tu a su otra gran “influencia”, ya que si quieres imitar a Metal Slug lo primero que necesitas es entrar por los ojos, y Mercenary Kings lo consigue con creces.
Pero el parecido va mucho más allá de los gráficos. El control es idéntico al del clásico de SNK excepto en un par de detalles como que disparo y cuchillo estén en botones diferentes o el sistema de recarga activa a lo Gears of War, pero todo lo demás os transportará a aquellos salones recreativos de los años 90 con el bolsillo lleno de monedas de cinco duros. Y la verdad, copia o no, echaba de menos esta sensación, la sensación de un arcade con un control tan perfecto que te olvidas de que tienes un mando en las manos y lo único que queda es la diversión de ir acabando con hordas de enemigos mientras nos mantenemos con vida esquivando balas en el último momento. El sistema funcionaba en 1996 y hoy en día sigue dando el mismo resultado: es la hostia de divertido.
Al final lo que tenemos es un juego cien por cien clon pero cien por cien arriesgado ¿A qué loco se le podría ocurrir que mezclar dos estilos tan diferentes pudiera terminar siendo algo apetecible? Y sin embargo el resultado es espectacular, algo que se siente tan nuevo como familiar. Un producto fresco y resultón que gustará mucho a los fans de Metal Slug y gustará mucho a los fans de Monster Hunter, pero sobre todo gustará muchísimo a aquellos que sean fans de ambas sagas. Mercenary Kings es como mezclar ácido nítrico y glicerina: la mezcla no es ni lo uno ni lo otro sino algo totalmente nuevo. Y altamente explosivo.
El genial apartado artístico.
El modo cooperativo para cuatro personas, online o local.
La complejidad de la creación de armas.
Que no haya armaduras personalizables.






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